Validar tus emociones sin dejar que te controlen
- Motion Minds
- 26 ene
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Actualizado: 26 ene

Empezar el año súper motivada, con todas las ganas y un millón de metas en mente, se siente increíble. Pero, ¿qué pasa cuando cometes un error? Tal vez te saltaste un hábito, no cumpliste algo que te propusiste o simplemente sientes que no vas como esperabas. Muchas veces dejamos que ese error nos robe toda la motivación y terminamos abandonando lo que queríamos lograr.
Nos castigamos emocionalmente por equivocarnos, y esto hace que ese error se vuelva más grande que nuestras ganas de seguir adelante. Pero aquí va algo importante: el camino hacia tus metas no es perfecto ni siempre en línea recta. Cometer errores es normal, y aunque en el momento puede sentirse como el fin del mundo, no lo es. La vida no se detiene por un tropiezo.
Lo importante no es evitar fallar (porque eso es imposible), sino aprender cómo manejarlo, validar lo que sientes y seguir comprometida con tus metas.
¿Qué significa validar tus emociones?
Validar tus emociones no es ponerte excusas ni exagerar lo que sientes. Es simplemente darte el permiso de reconocer lo que estás sintiendo sin juzgarte. Por ejemplo:
• Te sientes frustrada porque no te salió un paso en clase de baile.
• Te desanimas después de una audición porque no fue como esperabas.
• Te molestas contigo misma porque no practicaste o se te olvidó una coreografía.
Esas emociones son normales. Sentirse frustrada o desanimada no te hace débil. Reconocerlas no significa que te vas a quedar atrapada ahí, sino que les das su espacio sin dejar que te controlen.
Recuerda: Está bien sentirte mal, pero esas emociones no tienen que decidir por ti. Puedes sentir frustración y aun así levantarte al día siguiente y seguir practicando.
Castigarte emocionalmente solo te hace más difícil avanzar
Cuando somos demasiado duras con nosotras mismas, es como ponernos una piedra en el camino. Esa voz interna que no para de criticarnos puede:
• Hacer que le tengamos miedo al fracaso y dejemos de intentar cosas nuevas.
• Llevarnos a procrastinar y retrasar lo que sabemos que tenemos que hacer.
• O, peor aún, hacernos abandonar nuestras metas porque creemos que nunca seremos lo suficientemente buenas.
Aquí está el truco: la culpa puede ser útil si la usamos bien. Si la tomamos como una señal para reflexionar y mejorar, puede motivarnos a buscar nuevas soluciones o prepararnos mejor. Pero si dejamos que nos paralice, nos llenamos de miedo y acabamos haciendo menos, no más.
Cómo encontrar un balance entre tus emociones y la disciplina
La clave para no perderte en el proceso es aprender a equilibrar lo que sientes con lo que quieres lograr.
1. Cambia la narrativa:
Cuando cometas un error, no pienses: “Siempre lo arruino,” o “Nunca lo logro.” Cambia la narrativa y di: “Hoy fallé, pero mañana lo puedo intentar otra vez.”
Reconocer el error sin convertirlo en un drama te ayuda a enfocarte en la solución, no en el problema.
2. Ten un plan para volver al camino:
Si un día no practicaste, comiste algo fuera de tu dieta o simplemente no cumpliste lo que planeabas, está bien. No pasa nada. Ajusta y busca retomarlo al día siguiente.
Un error no arruina todo, a menos que lo dejes.
3. Sé constante, pero no te obsesiones:
La disciplina no significa hacerlo todo perfecto. Se trata de no rendirte, incluso después de fallar. Sé flexible contigo misma; un día malo no borra todo el trabajo que ya hiciste.
4. No te sabotees con el perfeccionismo:
A veces queremos hacer las cosas tan perfectas que nos bloqueamos o ni siquiera empezamos. Los errores son parte del proceso, y equivocarte no significa que lo estás haciendo mal.
5. Aprende de tus errores:
Cada vez que algo no salga como esperabas, en lugar de castigarte, pregúntate: “¿Qué puedo aprender de esto?” Usa tus tropiezos como una oportunidad para crecer.
Sé tu mayor aliada, no tu peor enemiga
Nadie va a lograr sus metas sin tropezar. Los errores no son un signo de fracaso; son una parte natural del proceso.
Validar tus emociones significa darte permiso para sentir frustración, tristeza o enojo, pero también saber que esos sentimientos no te definen. Sí, cometiste un error, pero eso no borra tus ganas ni todo lo que has logrado hasta ahora.
Cambia el enfoque: En lugar de castigarte, enfócate en cómo puedes ser mejor mañana.
Recuerda: Siempre puedes ajustar, aprender y retomar tus metas.
Cometer errores no es el fin del mundo, pero rendirte por ellos sí. Sé amable contigo misma, sigue adelante y recuerda: cada tropiezo te hace más fuerte si decides levantarte.
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